jueves, mayo 04, 2006

Antonio Farias Filho. Presidente Médici, Brasil.


Soy brasileño, nacido el 10 de mayo de 1962, en el estado de Halagaos, nordeste del país, en la cercanía del gran y buen río São Francisco. Con menos de cinco años de edad cambié con mis padres al estado de Mato Grosso do Sul, donde viví hasta los 22 años, cuando cambié sin mi familia al estado del Paraná en el sur del país por motivos de trabajo y estudios. Entonces, de este me fui al estado de Rodônia al norte de Brasil, donde viví hasta hoy en la ciudad de Presidente Médici, cerca de la capital, Porto Velho, a 12 horas de autocar del país vecino, Bolivia. Presidente Médici tiene 28 000 habitantes, pueblo humilde, trabajador, religioso, hospitalario, pero amante de la fiesta y los bailes.

Ningún pueblo, ciudad, provincia o incluso país es 100% completo ni perfecto en relación a otro. La verdad, siempre hay cosas mejores o peores en unos y otros.

A mi me encanta mi país porque hay playas muy bonitas, buenísimas y limpias al nordeste y en el sur, solo en pensar en el clima tropical, verano todo el año… Me gusta la hospitalidad y receptividad del pueblo brasileño.

Además, está la preciosa diversidad de la naturaleza del norte, hablando también de la diversidad medicinal en las hierbas; en el sur su peculiar invierno; en el centro-oeste encontramos la rica diversidad agrícola y agropecuaria; mientras que en el sudeste hay mucho desarrollo industrial y en todo el país, en general, desarrollo tecnológico y médico.

Y todo esto está muy bien, creo, pero también hay pobreza, racismo, tráfico de armas y drogas, prostitución, unos que tienen mucho y otros nada o casi nada, es decir, muy poco. En otras palabras, una renta por cápita mal distribuida. Es cierto que esto me parece injusto, es horrible y avergüenza a un ciudadano de bien, pero creo que es posible cambiar este cuadro vergonzoso y de mala fama, divulgada a través de la tele en todo el mundo, porque el poder del pueblo brasileño está en su voto en las elecciones. Somos nosotros los que elegimos a los políticos buenos y malos que están allí. Los malos muchas veces buscan sus propios intereses y hacen que Brasil, que en verdad está desarrollado, continúe siendo para el mundo un país subdesarrollado y del Tercer Mundo, incluso siendo tan rico, maravilloso y grande.

Lo que he dicho hace pensar y reflexionar en el tema “España es diferente”: muchas veces son las cosas malas que tiene un pueblo o país que hace que algunos se marchen. Aunque no todos, porque es cierto que hay españoles en otros países por motivos de trabajo y de estudio, y hasta por cambio de familia. Se sabe que cuando se conoce otro país, provincia o incluso ciudad lo que pasa es que siempre se encuentran cosas diferentes, personas con sus costumbres, culturas, tradiciones propias. Yo tuve problemas con los horarios para hacer las cosas.

Lo que no me gusta de Cataluña es, por ejemplo, el transporte público como los autocares y trenes. Lo veo como muy malo, precario; aunque tengamos carreteras y autopistas que son buenísimas, con buenas señalizaciones, hay un alto índice de accidentes, seguramente porque hay mucho abuso de la velocidad y despecho de las normas de tráfico. Tampoco me gusta la calidad del agua potable, que es en general pesada, con un alto índice de sal.

He observado que la construcción civil es muy diferente, los materiales aplicados e incluso el desperdicio de los materiales. De aquí, Cataluña, me encanta el compromiso con la limpieza de las calles y su pavimentación.

Hasta el momento, si me posibilitaran la oportunidad de los gobernantes de los países en general creo que deberían hacer un intercambio informativo de cosas buenas y bonitas que hay en sus países para demostrar e incentivar el turismo que es una fuente de desarrollo.

Para acabar quiero decir que me gustaría conocer mejor toda España y también toda Europa porque a mi me gusta mucho viajar y conocer cosas nuevas y lugares diferentes como sitios históricos y museos.